Por Redacción - 18 Abril 2018
¿Cuándo fue la última vez que se fue al cine? La respuesta a esa pregunta puede ser variada, aunque en general lo más probable es que la última vez que se haya acudido a una sala de cine haya sido no muy recientemente. La ventana de tiempo que se haya tardado en ir al cine o no podrá variar, pero lo más probable es que quien responda señale que ya no va tanto al cine porque ahora ve sus películas en X (y en X hay que poner la plataforma de VoD favorita).
Las razones para hacerlo parecen claras. Estas plataformas ofrecen títulos de forma variada y rápida (especialmente si son ellas las productoras, cuando no hay que esperar que el título en cuestión pase por las habituales ventanas de distribución) y lo hacen con un precio que es muy inferior a lo que cuesta ir al cine. Con lo que se paga por un mes de acceso a cualquiera de estas plataformas es bastante probable que no se logre pagar la entrada al cine para ver una sesión un día cualquiera (o que quede muy justo).
Para la industria del cine esto es un problema, ya que - obviamente - ellos sí quieren que sus potenciales espectadores vayan al cine. Por ahora, están intentando usar ciertas medidas de presión - aunque parece que no se han fijado en cómo estas medidas no le funcionaron en su momento a la prensa de papel - para posicionarse frente a las plataformas online. No hay más que pensar en lo que ha ocurrido con el festival de Cannes.
Netflix ha roto relaciones esta semana con el festival una vez que las normas cambiaron e impidieron que no se pueda competir por premios si no ha estrenado previamente en cine. En el caso francés, la decisión de no salir en pantalla de cine está marcada por la ley (tras pasar por cines, no podrían salir a streaming hasta 36 meses después de su estreno, una situación que parece más pensada para la industria de hace dos décadas que para la actual). "Estamos 100% sobre el arte del cine. Y, por cierto, todos los demás festivales del mundo también lo están", dijo tras el cambio jefe de contenido de Netflix, Ted Sarandos.
Y, quizás, en toda esta guerra lo que la industria del cine está olvidando es que bloquear a los competidores no es la única manera de permanecer de forma estable y recuperar el terreno perdido. En realidad, lo que deberían estar haciendo es pensar en sus consumidores y ofrecerles la experiencia de consumo que ellos valorar y quieren.
De hecho, en esta lucha contra las plataformas de VoD, la industria del cine se olvida de que tienen un problema mucho más complejo. Lo que hace que no conecten con las audiencias no es solo que estas se vayan a ver contenidos a otros espacios, es también que se ha producido una desconexión con la audiencia.
Como recuerdan en Crimson Hexagon, Hollywood tiene un serio problema millennial (los jóvenes, especialmente la franja más joven de los millennials, están abandonando en masa la asistencia al cine). Además, no están asumiendo que el mercado cambia y que las audiencias también lo hacen. No hay más que pensar en las películas que triunfan y el duro camino que muchas veces tuvieron para hacerlo para comprender además que la industria parece estar desconectada de lo que el público quiere ver.
Y muchos de esos puntos son los que están atrayendo al público al VoD. Como muestra el análisis de Crimson Hexagon, los consumidores se están volcando en el streaming por una mezcla de precios, comodidad y contenidos. Las plataformas de streaming permiten un nivel de comodidad que el cine no permite (la mayoría de las conversaciones en redes sociales sobre Netflix hablan de ver el contenido desde la cama, aunque en 2017 esto cayó canibalizado por las conversaciones sobre comodidad).
Pero centrar en esto todo el problema sería demasiado simplista. Como recuerdan en el análisis, las audiencias no han dado por perdido al cine. "Quieren películas que los cautiven de nuevo", dicen en el análisis. Las experiencias alternativas e inmersivas, como pueden ser el ver películas de terror en un granero abandonado o el boom de los cines con cena en EEUU, demuestran cómo abordan ahora los espectadores la asistencia al cine.
Tiene que ser una experiencia. Tiene que ser algo más que ir simplemente a ver una película. Y esto es especialmente importante si se recuerda que los usuarios son cada vez más sensibles al precio. A eso se suma que la industria tradicional del cine tampoco parece estar comprendiendo muy bien qué es lo que quieren ver sus espectadores. Los datos de las plataformas de VoD demuestran que cada vez se valora más el contenido original y que no necesariamente se quieren ver las últimas superproducciones con presupuestos de infarto. Netflix y Amazon Studios están apostando por las películas de presupuestos medios y los títulos indies. Y tampoco hay que olvidar que la categoría más popular en Netflix es la de documentales.