
El amor por las marcas difiere según se pregunte a mujeres o a hombres
Por Redacción - 3 Mayo 2018
Uno de los grandes objetivos de las marcas es el de cruzar la línea entre simplemente ser una marca que los consumidores aprecian a una que los consumidores aman. Cuando las emociones entran en la ecuación, la relación se vuelve mucho más estrecha y se convierte en mucho más positiva para la marca. Cuando el consumidor ama a una marca y a sus productos, el peso que esta tiene en las decisiones de compra es mucho mayor, como también lo es la fidelidad a la marca y hasta el papel que el propio consumidor desempeña como advocate de la misma. La marca deja de ser simplemente eso para convertirse en una lovemark.
Las marcas y las empresas que están detrás de ellas han intentado por tanto comprender de forma recurrente qué es lo que hace que los consumidores las amen (o no) y qué deben hacer para despertar esos sentimientos. Entre las razones, hay muchas cuestiones y se pueden encontrar muchos elementos que funcionan como detonante.
Por ejemplo, la nostalgia suele funcionar muy bien como elemento que lleva a cruzar la frontera y también se suele producir una cierta transmisión patrimonial. Los consumidores suelen establecer vínculos con las marcas que ya eran especiales para sus padres y hasta para sus abuelos y heredar así por tanto aquellas por las que sienten amor. Otros elementos que suelen funcionar es un buen servicio de atención al cliente, el que la marca tenga una identidad muy precisa o hasta que los consumidores asocien la marca a momentos positivos de su vida.
Pero ¿hay diferencias entre lo que nos lleva a amar una marca frente a otra partiendo de otros criterios? ¿Se puede comprender el amor de marca desde el prisma del género? Eso es lo que se ha preguntado un estudio.
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