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Tras Halloween y el Black Friday, ¿qué próximas fiestas copiarán e importarán las marcas para hacernos consumir más?

Halloween forma parte de las celebraciones ya habituales y es el mejor caso de éxito del poder de las marcas para influir en los consumidores 

Por Redacción - 15 Octubre 2019

Si se pasea estos días por cualquier supermercado, se acabará tropezando con un expositor dedicado ya a los productos de Navidad (esa celebración que los consumidores sienten que cada vez empieza antes) pero también con algunos estantes dedicados a Halloween. Chocolatinas, calabazas, bolsas de chucherías y packagins llenos de zombies, fantasmas y calabazas con caras terroríficas ocuparán posiciones destacadas. Y en los colegios ya no es muy extraño que se acabe haciendo algo con calabazas y se pida a los niños y a sus familias que las decoren. En el norte se acabará hablando de Samaín y de cómo todo está basado en la tradición, aunque lo cierto es que el tirón viene de Halloween.

Halloween llegó a nuestras vidas ya unas cuantas décadas atrás, cuando las películas y las series estadounidenses lo mostraban en las pantallas. Sabíamos qué era Halloween y reconocíamos las calabazas y lo de "truco o trato", pero eso no quería decir que estuviésemos dispuestos a celebrarlo. Celebrar Halloween en los 90 era raro, muy raro y los últimos días de octubre eran para comer castañas. De hecho, mandar a los niños a pedir caramelos en el día era todavía lo suficientemente poco habitual unos cinco o siete años atrás que los niños de una urbanización en Santiago de Compostela pusieron avisos a sus vecinos diciéndoles que iban a pasar con su cesta a por caramelos para que estuviesen preparados.

La celebración se importó gracias al buen hacer de las marcas y a las campañas de marketing. Primero, fueron los locales de ocio nocturno, que importaron la fiesta como excusa para atraer a los consumidores un día más. En 2010, el 40% de los locales de ocio nocturno ya estaban celebrando fiestas temáticas y la tendencia iba al alza.

Una vez que se convirtió en una fiesta nocturna popular, el salto llegó a los demás mercados y a las demás áreas. Su irrupción en el supermercado fue, simplemente, la confirmación de que había entrado en el calendario colectivo y para todas las edades. Por supuesto, mientras esto pasaba, España no era una isla. Halloween estaba entrando en Europa, ya que las firmas de retail lo veían como una nueva oportunidad para el gasto.

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