Por Redacción - 10 Febrero 2020
En el ciclo de la vida, las generaciones de consumidores también tienen que pasar por cambios y por modificaciones. Los consumidores no se quedan jóvenes para siempre, por mucho que a los marketeros les haya costado comprender qué les interesaba cuando eran, justamente, jóvenes. El tiempo pasa, sus intereses cambian y las etapas de la vida en las que se encuentran también lo hacen. Eso obliga a los marketeros a ajustar sus mensajes, a reorganizar cómo actúan y a posicionarse de un modo diferente. También a tener en cuenta que los intereses de esos consumidores han cambiado.
Es lo que les ha pasado ya con los millennials. Estos consumidores eran, hace unos años, los consumidores más jóvenes, los que estaban entrando en el mercado y los que, por tanto, los marketeros necesitaban comprender. Dado que estaban afrontando su entrada en la edad de consumo de un modo diferente a lo que lo hacían las generaciones previas y dado que sus intereses eran nuevos, los marketeros tuvieron que hacer un esfuerzo notable por comprender qué les interesaba y qué querían.
Ahora, años después, los millennials siguen siendo un grupo de consumo con intereses diferentes y que necesitan comprender de una manera distinta, pero también son uno que tiene una edad ya igualmente distinta. Los millennials no son jóvenes adultos ni consumidores que están comenzando su vida, sino ya consumidores que han entrado en una nueva fase vital.
La juventud ha quedado ya en manos de la llamada Generación Z, los que ahora están en esa fase de jóvenes adultos y que se han convertido en la nueva obsesión de las marcas (que necesitan también comprenderlos). Mientras, los millennials están acercándose ya más a la media edad, especialmente los de las partes más altas de la tabla generacional, y cambiando por completo cuáles son sus posiciones en la vida.
De hecho, en muchos de estos casos, los millennials están en la fase de ser padres y de consumir partiendo de esa fase vital. Y, por supuesto, igual que fueron unos consumidores diferentes en otros terrenos, también lo son como padres.
¿Qué tienen en común los padres millennials y qué los diferencia de los padres de otras generaciones? Los parennials, la fusión entre padres - en inglés - y millennials, tienen una visión distinta de ciertos elementos y los usan de un modo diferenciado a cómo lo hacen los miembros de otras generaciones en relación con sus hijos. Es lo que ocurre con la tecnología, quizás posiblemente porque ellos mismos han tenido una relación diferente con ella a medida que iban creciendo.
Eso es lo que acaba de demostrar un estudio de Fullscreen, como recoge MarketingProfs, que ha analizado la relación de los millennials y la tecnología, sus hijos y sus patrones de consumo. El estudio, basado en una muestra de padres millennials en Estados Unidos, permite concluir que la tecnología es una parte crucial de su día a día y una que ven de un modo valioso.
Un 96% de los padres millennials asegura que emplea la tecnología como una ayuda en sus acciones como padres y un 47% que es lo que les permite tomarse un descanso.
La tecnología también es la llave para entretener a los niños (44%), para ayudarles a responder a las preguntas que sus hijos tienen o a hacer los deberes (38%) o para ponerse recordatorios de cosas que deben hacer (37%). El peso de la tecnología es tal que los millennials con hijos son consumidores en los que la probabilidad de que se hagan con nuevas herramientas tecnológicas es mayor que en la de los millennials sin hijos.
Con relación a los peligros de la red, lo que más les preocupa no es tanto que sus hijos tengan demasiados contenidos y sufran de "content overload" como que se encuentren con temas poco apropiados, depredadores online o bullying.
Los padres millennials no solo usan la tecnología de un modo diferente, sino que también tienen pautas de consumo distintas, como había ya señalado un estudio de la National Retail Federation estadounidense.
Sus expectativas y sus preferencias de compra, explicaba una de las investigadoras del organismo, eran diferentes a las que tomaban otros consumidores. Eran padres con más ingresos (al menos en Estados Unidos) y de más edad que lo que había ocurrido con generaciones previas, pero también padres que investigaban más desde su móvil los productos que iban a comprar, comparaban precios en la red o que dejaban opiniones o las leían.
Además, el estudio dejaba claro que solían estar estresados e ir contra reloj, lo que hacía que fuesen compradores que superaban la media de otras generaciones a la hora de comprar online y usar las entregas en el mismo día. Estaban dispuestos a pagar más si las marcas y las tiendas les hacían la vida más cómoda.