Por Redacción - 9 Septiembre 2020
La crisis del coronavirus ha dominado la actualidad de 2020 y ha cambiado por completo el mercado. Desde el estallido en marzo de la crisis a nivel global hasta ahora, las cosas han mutado a niveles inesperados y los responsables de las empresas han tenido que ajustar su estrategia y sus posiciones para llegar a unos consumidores que han cambiado de la noche a la mañana.
No se trata solo de que hayan aparecido nuevos tipos de consumidores, los perfiles de consumo que ha dejado la crisis sanitaria, sino también que se han tenido que hacer ajustes en la estrategia de marketing y en los mensajes con los que se intenta conectar con el consumidor. La estrategia de marketing en los tiempos del coronavirus debe ser diferente, centrándose en puntos distintos a los que marcaban la agenda antes.
Esto ocurre porque el mercado ha cambiado, las cosas se han reajustado y las expectativas de los consumidores con ellas. Y, dado que muchos analistas dan por sentado que tras la crisis sanitaria llegará la crisis económica (si es que no lo está haciendo ya), las empresas deben tener en cuenta esa realidad cuando piensan en los pasos que van a dar. Un estudio de Forrester ha analizado qué ocurre y qué pasará en Europa y de sus datos, como han hecho en The Drum, se pueden extraer ciertas conclusiones de base.
Son las tres tendencias que marcarán el consumo en el mundo post coronavirus y que cambiarán la actividad de las empresas.
Uno de los cambios pre-coronavirus fue el de que los consumidores empezaban a estar más preocupados por la ética de las cosas que consumían. Querían marcas con valores y habían comenzado a bloquear el consumo de aquellas que no encajaban con sus principios. La crisis del coronavirus supuso un golpe en las pautas de consumo y en las perspectivas de los consumidores, preocupados primero por la parte sanitaria de la crisis y después por el efecto económico a medio plazo.
Sin embargo, como ha demostrado el estudio, no han renunciado a consumir de forma ética. De hecho, los datos apuntan que todavía tienen en cuenta esos puntos. Un 38% de los consumidores asegura que ahora mismo se preocupa más por consumir marcas que sean verdes y un 43% que traten bien a sus empleados.
Pero esto es lo que ocurre ahora: posiblemente no sea lo que ocurra en el futuro próximo. Los consumidores europeos reconocen que una vez que la crisis económica se asiente es bastante probable que el precio gane a la ética. El 56% de los italianos y el 54% de los españoles asumen que preferirán productos más baratos frente a otros factores.
Los marketeros, como recuerdan en The Drum, se encuentran en una posición compleja. Deben seguir dejando claro que son buenos para la sociedad y al mismo tiempo necesitan empezar a trabajar para ese futuro en el que la carrera estará en el coste.
Es casi una conclusión evidente. Encerrados en sus casas, los europeos han usado más que nunca internet. Han empleado la red para acceder a entretenimiento, para consumir información y, sobre todo, para conectar con las marcas, tanto que las pymes no han tenido más remedio que dar el salto a la red. Ha sido un sí o sí. Las previsiones hablan de que las ventas ecommerce en los cinco principales mercados europeos crecerá en un 18% a cierre de 2020 y que más consumidores se muestran más dispuestos a conectar con las marcas online de lo que lo estaban antes.
Para las marcas, esto implica que trabajar el canal digital se ha convertido en más crucial que nunca y que deben cuidar su presencia y su actividad en ese escenario. Para aquellas compañías con una presencia tradicional, supone asumir de una vez por todas la revolución omnicanal.
Por supuesto, este no es el único estudio que ha detectado este cambio y que ha señalado que la digitalización es la clave para sobrevivir en el mundo post-covid.
Como ya demostró la crisis económica de hace unos años, en tiempos complicados los consumidores solo acaban gastando en lo que confían y cuando confían. Gastar mucho dinero da un tanto de miedo y las marcas que inspiran confianza y que son un valor seguro se convierten en lo que parece más recomendable. En el día después de esta crisis es de esperar que ocurra lo mismo. Como recuerdan en las conclusiones del análisis, es más difícil convencer a los consumidores para hacer gasto y sobre todo que lo hagan con una compañía concreta. Si a eso se suma que en el mercado hay una cierta incertidumbre sobre el futuro de los puestos de trabajo, se puede comprender que los consumidores sean reticentes antes las cosas.
Las compañías deben ganarse su confianza y asentarse como una presencia sólida. No es fácil. Por ejemplo, solo el 30% de los españoles cree que las empresas harán lo que han prometido que van a hacer.