Por Redacción - 2 Diciembre 2020
Si se ha tenido que leer la parte de responsabilidad social corporativa de varias empresas, es posiblemente que se haya acabado encontrando una mención a los ODS. Hablan de los ODS las empresas turísticas, con cadenas de hoteles que han desarrollado estrategias vinculadas a ellos, o las compañías de energía, que los mencionan cuando explican cómo están mejorando las cosas. Son solo dos ejemplos.
Los ODS son también una de las cuestiones favoritas de la administración pública, desde las diputaciones a los organismos de más alto alcance. Todas acaban mencionando a los ODS o a su muy relacionada pariente, la Agenda 2030. Pero ¿qué son exactamente los ODS y por qué las empresas parecen haberse obsesionado con ellos?
ODS son las siglas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, una lista de objetivos a cumplir de aquí a 10 años y que son la columna vertebral de la llamada Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, que la ONU aprobó en 2015. El organismo define a esta agenda como "una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás".
Los objetivos son un total de 17 y tocan todos los elementos que se han convertido en cuestiones de moda, en preocupaciones destacadas. Así, hay que trabajar en la igualdad de género, en el trabajo decente, en el uso de energía asequible y no contaminante, en la sostenibilidad, en el consumo responsable o en la acción por el clima, entre otras áreas clave.
Los objetivos no son solo para las empresas y las administraciones públicas. La ONU tiene un su web una llamada "guía de los vagos" que muestra qué podemos hacer todos, empezando por lo que podemos hacer sin salir del sofá de casa.
Pero, por supuesto, estas cuestiones se han convertido en cruciales para el universo corporativo. Al fin y al cabo, los ODS son exactamente muchas de las preocupaciones que se han situado en el epicentro de la agenda y que los consumidores reclaman en el escenario de las empresas comprometidas. Las compañías deben tener valores y mostrar compromiso con el entorno en el que operan. Muchos de esos valores son justamente los que la ONU pide que se trabajen.
Y, como apuntan en un análisis de Deloitte, hay una conexión entre unos y otros: "Los ODS son una guía, un mapa que permitirá a las empresas identificar si su impacto social, económico y medioambiental aporta valor a la sociedad, y en consecuencia fortalecer su reputación y sus relaciones con los distintos grupos de interés". Trabajar en estas áreas ayuda a las compañías a posicionarse en los terrenos que deben ser mejorados y que les permitirán conectar con los consumidores y sus expectativas.
En cierto modo, casi se podría decir que trabajar en los ODS les permite a las compañías hacer algo muy egoísta pero quedando muy bien. Para ser competitivos en el mercado actual, no les queda más remedio que ser comprometidos, que demostrar que se preocupan más que por hacer caja y que conectar con la sociedad.
Los millennials y los miembros de la Generación Z lo esperan y lo tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones de compra. Sus tendencias de consumo y sus expectativas han creado el plano general en el que ahora deben moverse las compañías (plano que, en cierto grado, este año ha acelerado: en medio de la debacle, los consumidores esperaban mucho más que nunca de las compañías y de su solidaridad).
La gran cuestión es si las grandes empresas lo están haciendo de verdad o simplemente están usando el término de moda para llenar palabras en sus manifiestos.
Según datos de PwC, que ha estudiado cómo están gestionando los ODS las empresas del Ibex 35, el 78% de las compañías españolas ya menciona a los ODS en sus informes, aunque solo un 32% lo hace en sus cartas a accionistas y solo un 13% está incluyendo objetivos ligados a los ODS de forma concreta (aunque un 71% habla de uno en concreto: es decir, se menciona la importancia de trabajar en tal o cual tema pero no se ponen objetivos claros vinculados a ello).
Las empresas tienen por tanto muy claro qué son los ODS y que son importantes, pero no están haciendo tanto como deberían para pasar de las palabras a los hechos. A la hora de decantarse por unos o por otros, las empresas españolas mencionan sobre todo los ODS climáticos, los de desarrollo económico y los de igualdad.
Curiosamente, las pymes lo están haciendo mejor, o al menos eso es lo que se podía concluir del estudio Observatorio ODS, transformando objetivos de la Red Española del Pacto Mundial. España es el país que más empresas tiene adheridas al plan de la ONU (1.534) y de ellas el 60% son pymes. Las grandes empresas son solo el 23% de esas adhesiones.