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La publicidad de las marcas del Siglo XXI se perfila extremadamente emocional

Nunca se han podido contar las historia como ahora podemos hacerlo y aprovechar el potencial de un medio sin barreras como internet

Por Redacción - 18 Septiembre 2013

Muchos dicen que la publicidad ya no es lo que era. Que el sector sufre una profunda crisis y que con la llegada de los medios y redes sociales, lo de antes parecía funcionar ya no funciona. Y en parte puede que sea así, pero quizás con algunos matices.

El mundo de la publicidad se encuentra experimentando el fin de un ciclo y el inicio de otro nuevo donde se auguran por supuestos grandes cambios. La publicidad seguirá existiendo. La buena, la mala, la mediocre, la creativa y la verdaderamente emocional. Es cierto que muchos creativos se han quedado anclados pensando que los paradigmas del pasado seguirán siempre vigentes. Sin embargo, muchas cosas han cambiado, todo está cambiando, y muchas más cosas seguramente tengan que cambiar simplemente para adaptarse a la nueva realidad.

Que a nivel global estemos experimentando los efectos colaterales de una crisis socio-económica no implica que la publicidad haya dejado de ser esencial. Lo que es evidente, es que las empresas ahora recortan y optimizan mucho más sus inversiones a pesar de que se siguen destinándose ingenuas cantidades a una publicidad como la televisiva que cada día se satura más, despertando severas reacciones adversas entre la audiencia y consumidores. Algo sobre los que poco quieren hablar y mucho menos reconocer. Hay que estar por que otros están, y hay que creerse aquello de que la gente mira con toda atención sin pestañear los infinitos bloques de anuncios que luego tanto cuestan o resultan imposible de recordar.

La llegada de internet ha supuesto una revolución para las marcas. Más allá de los formatos tradicionales que durante años nos han acompañado en internet, tras el auge y eclosión de los vídeos online podemos ser testigos de un nuevo escenario donde las marcas y anunciantes han comenzado a descubrir un nuevo modelo para llegar al consumidor. Las historias extremadamente emocionales.

Bien. En este punto muchos se exaltarán para decir aquello de ¿acaso la publicidad nunca fue emotiva?. Y en parte es una buena reflexión y una interesante cuestión. Sin embargo, nunca se han podido contar las historia como ahora podemos hacerlo y utilizar un medio como internet para rebasar las fronteras con estrategias y acciones globales sin tener que gestionar acuerdo tras acuerdo para la difusión de una propuesta publicitaria. ¡Internet nos da alas!

Los publicitarios saben que ya no funciona aquello de pegar carteles. Eso es algo que ya sólo utilizan los partidos políticos para derrochar nuestro dinero. La creatividad sobre el papel seguirá teniendo su encanto, pero el problema es que el consumidor se ha sofisticado y a su vez, ha evolucionado hacia un ser menos impulsivo y más inteligente. No les vamos a convencer por el hecho de mostrarles un coche alado sobre una carretera infinita para hacerles pensar que volarán al volante como si fueran montados sobre un Pegaso. El arte gráfico ya no es un pretexto ni una excusa para la publicidad del Siglo XXI.

Lo que sí se mantiene vigente es la máxima de que la publicidad debe despertar las emociones. Pero de verdad. Es por ello que ahora muchas marcas apuestan por superproducciones y propuestas creativas donde contar una historia sin verse limitado al tiempo del propio medio y poder convertirlo en todo un fenómeno viral.

El ejemplo más reciente llega de la mano deuna compañía de telecomunicacionestailandesa que ha sorprendido a todos con la historia de su última campaña, que precisamente se ha convertido ya en todo un fenómeno de la red.

No podemos negar que todavía seguiremos descubriendo bonitos y creativos anuncios para rellenar aquellas páginas de revistas que cada vez compramos con menosasiduidad, pero la nueva publicidad de nuestra era, no puede ni convertirse ni realizarse para vender sin más. Es necesario emocionar y poder contar historias de las que nos guste hablar y compartir con los demás. Como hacíamos en antaño con aquellos grandes eslóganes de la publicidad televisiva que repetíamos sin parar. ¿Acaso esto no es síntoma de que la publicidad ha perdido parte de su encanto?. Apostemos por lo emocional.

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