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¿Por qué recordamos los eslóganes de los 80 y no los de ahora?

No es que las marcas no estén creando eslóganes. Sus mensajes ahora no llegan con la misma frecuencia al consumidor con la que podían llegar hace 30 años
Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...

Posiblemente haya una cuantas frases que prácticamente todo el mundo sabe terminar, todo el mundo que estuviese expuesto a la publicidad durante los 80 e incluso durante principios de los 90, cuando muchos de los puntos fuertes de esos anuncios se seguían utilizando y recuperando en las nuevas campañas. Algunas han tenido una vida incluso más larga y se han convertido en elementos básicos de la imagen de la marca. Así, ¿quién dudaría del "efecto notario" que tiene para la limpieza un trozo de algodón? Al fin y al cabo, el algodón no engaña, como bien nos ha enseñado Tenn.

¿Han muerto los eslóganes?

Si bien todos podemos recordar unos cuantos eslóganes de la década de los 80, es más complicado recordar alguno de la publicidad de hoy en día. ¿Cuántos eslóganes recuerda el consumidor del último bloque publicitario que vio en televisión?

No es que las marcas no estén creando eslóganes o no apuesten por la frase que pega para generar recuerdo de marca. ¿Te gusta conducir? es en realidad de hace unos pocosaños y ya se ha asociado a BMW. Lo que ocurre es que ahora las marcas lo tienen mucho más complicado. Sus mensajes no llegan con la misma frecuencia al consumidor con la que podían llegar hace 30 años, porque existen muchos más canales de comunicación y muchas más herramientas para llamar su atención que las que había antes. De hecho, es muy probable que mientras el anuncio está en televisión el espectador esté a otra cosa.

Por otra parte, el espectador actual, el consumidor de hoy en día, es menos naif que el de hace unas cuantas décadas. Una frase pegadiza no es suficiente para convencerlo de las bondades de la marca y de sus potenciales beneficios. El usuario hoy quiere mucho más que eso. Busca a marcas que le escuchen, que le den información, que generen sensaciones. El cambio generacional también ha perjudicado al eslogan, que era una herramienta que funcionaba bien con la generación X y con los baby boomers pero que no llega tanto a los millennials. Ellos esperan otras cosas y para conseguir que una frase como se llama Farala y es divina les impulse a comprar habría que dar un salto más allá y darle una vuelta posmoderna (siempre se puede usar algo así de forma irónica).

Si los consumidores del mañana buscan cosas que no son eslóganes y los que aún están abiertos a la frase pegadiza como elemento para recordar la marca no consiguen recordarlos porque reciben demasiada información, ¿significa esto que el eslógan está llamado o bien a desaparecer o bien a convertirse en un actor de reparto del mundo de la publicidad? Ha llegado el momento de hacer apuestas sobre el tema.

Periodista especializada en marketing, tecnología y cultura. Como escritora, autora...
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