
Todos somos una persona determinada, con un nombre y unos apellidos, una edad, un hogar y un cometido en la vida. Sin embargo, a lo largo del día vamos desempeñando distintos roles que hacen que podamos ser considerados personas distintas. Es como si saliéramos a la vida con distintas caretas que vamos superponiendo según el momento. Hagamos el ejercicio de pensar todo lo que hacemos a lo largo de un día y cómo esos distintos papeles que jugamos también provocan que nuestros intereses vayan variando.
Yo mismo, cuando me levanto y mientras desayuno, consulto Internet, tanto medios digitales como emisoras de radio, para informarme. Además, aquellos que tenemos familia, mientras estamos en casa, desempeñamos el rol de padre/madre y pareja, por lo que en ese tiempo, también sentimos un mayor interés por todo aquello que tenga que ver con ese papel.
Al salir de casa, nuestro rol y nuestros intereses cambian. En el trayecto hacia el trabajo somos conductores de coche o de moto, ciclistas, peatones o usuarios de transporte público. Cuando llegamos a nuestro destino, bien sea la oficina, bien sea una reunión en otro lugar, nos centraremos en repasar las distintas tareas laborales que tenemos por delante. En ese momento las cuestiones que atraen nuestra atención también son otras.
A mediodía saldremos a comer y, probablemente, tengamos tiempo para pensar en alguna de nuestras cuestiones personales. Y lo mismo sucederá tras nuestra jornada laboral, cuando tal vez aprovechemos para hacer la compra, practicar alguna de nuestras aficiones -ir al cine, al gimnasio, a correr, etc- o reunirnos con nuestros amigos. También en cada una de esas acciones, nuestro papel y nuestra atención diferirán.
--- Regístrate o accede como usuario para disfrutar del acceso ilimitado a todos nuestros contenidos ---

