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¿Está a punto de seguir la publicidad de comida la misma senda que la publicidad del tabaco?

Estudios demuestran que la publicidad afecta a cómo se come y a la dieta, lo que podría ser el argumento definitivo para las autoridades sanitarias

Por Redacción - 1 Febrero 2016

Parece algo bastante obvio: la publicidad siempre quiere que se consuma más, que se compren más cosas y que se tengan menos en cuenta cuestiones más o menos relevantes cuando se va a tomar una decisión de consumo. No se trata siempre de que los consumidores piensen en lo que es más sano (aunque a veces sí), útil (a veces también) o necesario: la publicidad emplea armas muy variadas y muy diversas para hacer que el consumidor se haga con más y más cosas y siga siempre comprando. Y, por ello, parece lógico que la publicidad de comida se centre en hacer que los consumidores simplemente compren más y más comida.

La lógica acaba de venir refrendada por los estudios científicos, estudios científicos que podrían tener unas consecuencias que pueden ir mucho más allá de confirmar lo que todo el mundo imagina o espera.

Dos estudios acaban de publicarse que analizan la publicidad de comida y cómo esta modifica las intenciones de consumo y la dieta de los consumidores. Uno de ellos, elaborado por el Clinical & Affective Neuroscience Laboratory en la Universidad de Yale analizó cómo los mensajes sobre comida cambian el comportamiento de los consumidores y le empuja a ganar peso. El estudio encontró nexos directos entre los mensajes relacionados con la comida, los comportamientos de los consumidores y sus aumentos de peso.

A ese se suma otro que acaba de publicarse en el American Journal of Clinical Nutrition y que se centra directamente en la comida basura y su publicidad, además de cómo responden de manera diferenciada niños y adultos a esos mensajes. Según los datos de este estudio, la publicidad de comida basura tiene un impacto directo en los niños, que consumen más comida basura cuanto más expuestos están a los anuncios relacionados. Con los adultos no ocurre realmente lo mismo, según el estudio, aunque los expertos responsables del estudio no quitan hierro a la situación.

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