
Por Redacción - 19 Marzo 2018
La comida basura ha sido uno de los grandes booms del siglo XX en lo que a restauración se refiere y no pocas marcas de esta industria se convirtieron también en marcas emblemáticas del período, en compañías muy populares, con una presencia global y con una identidad de marca muy valiosa y reconocible.
Pero si en el siglo XX las marcas de comida rápida eran una suerte de elemento destacado y casi de emblema de un estilo de vida, en el XXI se han convertido en una suerte de marcas-problema. Siguen estando presentes en el mercado, siguen teniendo presencia global y siguen siendo muy valiosas, pero también han empezado a verse afectadas por los cambios de estilos de vida y por la creciente versión crítica que los consumidores tienen de ellas.
A medida que los consumidores quieren llevar estilos de vida más saludables, las marcas de comida rápida empiezan a ser vistas de un modo mucho más crítico y comienzan a tener problemas para lograr conectar con sus consumidores de un modo efectivo. El hecho de que muchas de ellas hayan empezado a posicionar entre sus ofertas productos asociados más a la vida saludable, como las ensaladas, o que hayan intentado replantear su imagen de marca muestra bien el impacto que esto está teniendo en sus negocios.
Pero ese no es el único problema al que se enfrentan estas marcas, que también están empezando a verse afectadas por otra cuestión. Cada vez se ve de forma mucho más crítica su publicidad, especialmente el efecto que esta tiene en niños y adolescentes, lo que podría acabar teniendo un impacto en su estrategia de comunicación. ¿Va a ser la comida basura el próximo tabaco o el próximo alcohol y ver su publicidad regulada?
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