
La publicidad que juega sobre seguro es también un riesgo para las marcas
Por Redacción - 9 Julio 2018
No es sin razón: las marcas y las empresas se han visto arrastradas en los últimos tiempos a diferentes escándalos vinculados a riesgos de marca. Estos escándalos no han estado solo vinculados a terceros (como fue el caso de los anuncios que se servían en YouTube asociados a vídeos muy poco positivos en términos de reputación) sino también a campañas propias que no han salido muy bien.
El mejor ejemplo es la campaña de Pepsi en Estados Unidos, que la compañía de refrescos anuló lo más rápido posible. Pepsi quería llegar a los jóvenes demostrando que las cosas le importaban, para lo que hizo una campaña que se apoyaba en las protestas de los jóvenes y en algunos temas calientes de la agenda política estadounidense. Sin embargo, la campaña se convirtió en viral pero de un modo negativo. Los propios jóvenes a los que intentaba seducir la acusaban de trivializar temas muy importantes. Pepsi tuvo que tirar la campaña y empezar a hacer control de daños.
Y el riesgo que corrió Pepsi no es exactamente una cosa nueva o algo que no le podría haber pasado a muchas otras compañías. Las campañas tienen que ser cada vez más complejas, porque los consumidores quieren que las empresas se comprometan y que muestren su compromiso con ideas y posiciones. Sin embargo, ese compromiso debe ser sincero y no debe ser simplemente una maniobra publicitaria (algo que no es tan sencillo). La frontera es muy delicada y el riesgo muy elevado, porque incluso aunque se haga bien se corre el riesgo de enfadar a una parte de la población.
Por tanto, no es difícil imaginar a los marketeros desarrollando una aversión al riesgo muy elevada y posicionándose en las antípodas de esta situación. No es muy complicado esperar que se posicionen con mensajes lo más seguros posibles y lo más inofensivos.
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