Por Redacción - 4 Septiembre 2018
Cada vez estamos rodeados por más pantallas, más medios, más información. Toda esta nueva gran cantidad de elementos que comparten espacio con nosotros no solo están haciendo que estemos rodeados de más datos, más noticias y más contenidos de entretenimiento, sino también que las marcas y las empresas estén más y más presentes. Estamos rodeados de anuncios y la publicidad nos acompaña de forma recurrente, al tiempo que las empresas y sus productos nos acechan cada vez desde más ventanas y bajo más y más formatos. Parece cada vez más difícil no encontrarse con ellas y no recibir su información.
Y, sin embargo, las marcas y las empresas siguen buscando cómo llegar a los consumidores y siguen buscando nuevas formas de conectar con las audiencias. Quieren nuevas ventanas para conectar con ellos y nuevos espacios para llegar a los consumidores, especialmente a medida que los diferentes espacios que van conquistando se van convirtiendo en menos relevantes y a medida que los consumidores se acostumbran a ellas y las incorporan a una suerte de ruido de fondo.
La lista de nuevos espacios para la publicidad que se han ido manejando o que las marcas y las empresas han ido explorando es variada y variopinta. Por ejemplo, hay quienes están trabajando para convertir el parabrisas de los coches en un espacio para acceder a información, una suerte de pantalla, que también serviría para ver y recibir mensajes de las marcas. Y, por poner otra opción emergente, los altavoces inteligentes y los asistentes de voz para el hogar de los gigantes tech se están convirtiendo en, justamente, la llave para acceder a muchos más servicios y a mucha más información por parte de los consumidores y en la nueva plataforma que usan las marcas.
Pero las fronteras a conquistar están todavía mucho más allá y podrían llegar a aspectos que parece hasta difícil imaginar. La próxima frontera podría ser el espacio.
Por ahora no es algo en firme, pero sí algo en lo que se está trabajando (y algo que apunta maneras). La NASA está pensando en abrir la puerta a los patrocinios y a la publicidad para así conseguir captar fondos. El nuevo responsable de la agencia espacial estadounidense, Jim Bridenstine, ha reconocido que el comité de la NASA va a analizar el potencial de la idea y la posibilidad de comercializar sus operaciones en órbitas más bajas para así lograr levantar capital para sus operaciones más ambiciosas.
La NASA es una agencia pública estadounidense, pero una que ha perdido presupuesto en los últimos tiempos. Esto hace que sea más complicado cumplir sus objetivos (como viajes a la Luna o a Marte), por lo que necesitan capital. El capital podría llegar vía publicidad.
¿Qué es lo que podría comercializar la NASA? Serían desde los derechos de nombres de cohetes y otros vehículos especiales hasta a emplear a los astronautas para hacer propaganda de productos. Como apuntan en Engadget analizando las palabras de otro de los miembros del comité de la agencia, se podría hasta abrir la puerta a que los astronautas puedan hasta grabar anuncios en la estación espacial.
Al fin y al cabo, aunque la NASA no haya hecho caja con ello, la publicidad espacial no es exactamente tan novedosa. En 1997, ya se filmó en la estación espacial rusa Mir el primer anuncio grabado en el espacio (era de la marca de leche israelí Tnuva).
Algunas empresas ya han hecho campañas de marketing en el espacio, como Pizza Hut que mandó pizzas a los astronautas de la Estación Espacial Internacional.
Y a eso se suma que en la carrera al espacio también hay empresas privadas intentando hacer cosas y que estas tienen menos escrúpulos en borrar la frontera entre ciencia y hacer caja. El Google Lunar XPrize, la iniciativa de Google para incentivar un viaje a la Luna, estaba abierta a empresas privadas que presentasen proyectos y estas estaban respaldadas por diferentes marcas y compañías que eran patrocinadores y anunciantes y que estarían muy presentes en el potencial viaje.
Las compañías además saben del atractivo viral de todas las cosas vinculadas con el espacio. Es algo llamativo, es curioso y acabará entrando en los medios y en las conversaciones de los propios consumidores. Por ello, en los últimos tiempos han mandado cosas al espacio exterior.
No mandan sus productos a Marte, pero sí lo suficientemente alto como para que viajen más allá de lo conocido y den imágenes resultonas que compartir. Al espacio han llegado desde una pizza de una empresa báltica a unos rollitos de sushi pasando por un muñeco Android que Google lanzó al espacio exterior para promocionar su teléfono.
Cuando Space X, la empresa espacial de Elon Musk, lanzó su Falcon Heavy hace unos meses lo hizo, además, con un coche Tesla dentro. Por supuesto, esto no aportaba nada especialmente, pero se convirtió en un golpe de efecto de marketing. Todo el mundo estaba hablando del coche y compartiendo las imágenes del mismo. Se convirtió, así, en un carísimo anuncio de un vehículo.