Por Redacción - 25 Febrero 2020
Cuando una persona se vuelve famosa, se produce una suerte de efecto llamada. De pronto, esa persona que se ha convertido en la "del momento" empieza también a aparecer por todas partes.
Es la gran estrella de la que todo el mundo quiere saber cosas, lo que lleva a que los medios publiquen lo que parecen millones de cosas relacionadas. Está en todas las noticias, en todos los medios y en todos los nichos de cobertura mediática, haciendo casi imposible escapar a su presencia. Por supuesto, la industria en la que esa persona trabaja - desde la música al cine - ha comprendido su papel destacado y busca aprovechar su momento de estrellato, lo que hace que su presencia y sus trabajos se multipliquen. Solo hay que pensar en la fiebre Rosalía de los últimos meses. La cantante no solo multiplicaba su presencia en conciertos, eventos y lanzamientos musicales (parecía además que todos los demás cantantes querían lanzar colaboraciones), sino que además estaba en todos los medios y protagonizaba todo tipo de noticias.
El gran momento de boom implica, también, que los anunciantes ven en esa persona famosa y en ese momento de éxito que vive una garantía de atención. El público prestará atención, porque tienen frente a ellos la cara de esa persona del momento. Así que la industria se lanza a intentar capitalizar como sea a ese personaje. La persona del momento se convierte también en el rostro publicitario del momento. Y sí, ya pasa a ser el perejil de todas las salsas.
Un análisis reciente de AdAge que recoge MarketWatch ha analizado cuáles han sido los famosos más empleados por las grandes compañías. Como señalan en el medio, es probable que muchos consumidores sientan que han visto a Chrissy Teigen y John Legend en todas partes, en cierto modo porque lo han estado. Para hacer su listado, han usado el histórico de cobertura de campañas del medio (lo que hace que la lista acabe estando sesgada hacia los famosos estadounidenses y los anuncios que se emiten en ese país).
Durante la década Terry Crews (que fue el original hombre viral de Old Spice), Idris Elba, Tina Fey, Jeff Goldblum, Neil Patrick Harris, The Rock, Mindy Kaling, DJ Khaled, Rob Lowe, Betty White, los ya mencionados Chrissy Teigen y John Legend y un par de estrellas del deporte estadounidenses han aparecido en muchísimos anuncios. En España, nombres propios como el del actor Antonio Banderas, Antonio Resines, el presentador Carlos Sobera o el popular Matias Prats son algunos de los ejemplos de las caras más famosas de la publicidad española.
Se han pasado la década saltando de una marca a otra y de un nicho a otro. Teigen por ejemplo anunció a Hulu, pero también a Google, Samsung, McDonalds o Smirnoff. Idris Elba, por poner otro ejemplo - y este de una estrella británica -, fue el rostro de Stella Artois, Ford pero también Toyota o Squarespace.
Aunque estas fueron las estrellas más empleadas y más ubicuas no fueron las únicas que tuvieron una presencia masiva. Como le explicaba la periodista responsable del análisis a MarketWatch, las hermanas Kardashian podrían protagonizar un análisis ellas solas. Cardi B, Serena Williams o Matthew McConaughey también han sido estrellas ubicuas en la publicidad de la década (aunque quizás con menos marcas que las estrellas hiperutilizadas).
Pero al final ¿merece la pena recurrir siempre a los mismos famosos y emplear las mismas caras? El pico de éxito del personaje y el hecho de que esté en todas partes y en todos los terrenos acaba teniendo un efecto indirecto. La persona en cuestión muere de éxito y acaba saturando a los consumidores, que empieza a hartarse de encontrársela siempre en todas partes.
A eso se suma que la marca también se expone a una situación compleja. El historial pasado de su estrella puede exponerla a asociarse de forma indirecta con marcas poco deseables para su propia reputación o, directamente, con su competencia.