Por Redacción - 8 Septiembre 2022
El paso de los años deja también un cambio en cómo se perciben los anuncios y qué temáticas parecen – o no – aceptables para llevarlas a los espacios públicos. El qué se puede anunciar ha ido cambiando con el paso de los años y con la aparición de leyes que convierten lo que antes podía ser incluso común en algo prohibido.
El ejemplo más claro es el del tabaco, un gigantesco anunciante global hasta no hace tanto tiempo. Los anuncios de marcas de tabaco llegaron a ser hasta icónicos, con algunos de los ejemplos de acciones de marca más eficientes – solo hay que pensar en Malboro para verlo – hasta que la mayor consciencia de los efectos del tabaco en la salud y el endurecimiento de las normativas llevó a que desapareciesen de los entornos publicitarios.
En los últimos años, las áreas de negocio que han visto un cambio en la percepción de sus anuncios son el juego online y las apuestas – que España ha limitado por ley y ha hecho que salga de entornos como la publicidad en eventos deportivos – o la comida basura. De hecho, la gran ofensiva legislativa de los últimos años en términos de publicidad – o una de ellas – está vinculada con los productos que tienen altas cantidades de azúcar o son poco saludables y tienen como público objetivo los niños. Varios países han legislado o empezado el proceso para hacerlo sobre este tema.
La próxima cuestión a bloquear en términos publicitarios podría ser la de aquellos productos que de una manera o de otra se relacionan con el cambio climático. El último ejemplo es una ciudad de Holanda que se ha vuelto viral por la decisión que ha tomado sobre publicidad en su término municipal.
Haarlem se acaba de convertir en la primera ciudad del mundo que no permitirá que se anuncie carne en los espacios públicos. Por carne entraría todo y por anunciantes todos los que tienen que ver algo con eso (es decir, se bloquearía desde el anuncio de McDonald's hasta el del supermercado). Por ahora, eso sí, la normativa no se aplica: empezará a hacerlo en 2024 y aún se están ajustando los flecos.
El caso de Haarlem se ha hecho popular porque tiene un titular impactante, pero lo cierto es que las normativas que limitan o bloquean los anuncios de productos y servicios altamente contaminantes o de elevado impacto en las emisiones de carbono no son exactamente nuevas. Han ido apareciendo en múltiples lugares en los últimos años, marcando el principio de la que podría ser la próxima gran tendencia en leyes de regulación publicitaria.
Desde este mismo verano, por ejemplo, está prohibido hacer publicidad de energías fósiles en Francia. El 22 de agosto entró en vigor un cambio normativo, vinculado a una ley contra el cambio climático aprobada en 2021, que limita lo que los anunciantes pueden hacer. Así pues, las cadenas de supermercados que usaban los bajos precios de sus gasolineras como reclamo ya no podrán hacerlo, por poner una muestra.
La propuesta francesa es ambiciosa porque afecta a todo el país, aunque la prohibición de anuncios de combustibles fósiles ya existe en otros espacios de forma más limitada. Ámsterdam cuenta con una normativa municipal que impide a las compañías de combustibles fósiles y a las de aviación poner anuncios en espacios públicos. Fue la primera ciudad del mundo en aprobar una medida de este cariz.
En varias ciudades británicas cuentan también con normativas que limitan cómo se pueden anunciar aquellos productos considerados nocivos para el medio ambiente.