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Por Redacción - 29 Agosto 2016
Hubo una época en la que todo el mundo parecía obsesionado con las aplicaciones. Estábamos en pleno principio del boom de los dispositivos móviles y las marcas y los medios querían encontrar la forma perfecta para estar muy presentes en ese terreno y para convertirse en el acompañante de los consumidores en ese nuevo terreno de juego. Querían capitalizar ese tiempo y aprovecharse de él como fuese y las aplicaciones móviles parecían la mejor manera de hacerlo.
Pero pasado ese primer momento y esa primera fiebre en la que todo valía y en la que había que estar ahí sí o sí empezaron a entrar en la conversación unas cuantas preguntas. Se empezaron a preguntar si los consumidores realmente querían una app más, si que se descargasen la app era realmente relevante (los estudios empezaron a demostrar que nos descargamos muchas más aplicaciones móviles de las que realmente usamos) y si se estaban haciendo bien las cosas (muchas marcas simplemente crearon apps para estar ahí, pero sus apps eran bastante irrelevantes y no ofrecían nada nuevo). Empezó entonces el boom de "la alternativa" y del llegar al consumidor vía móvil pero sin app de por medio.
Los consumidores, sin embargo, sí usan las aplicaciones móviles y cada día las usan más. Los números no son totales, es decir, no implican que de pronto usen más y más todas las aplicaciones móviles, sino que demuestran algo que ya se había ido visualizando. Los consumidores no usan todas las aplicaciones que tienen, pero sí usan -y mucho - aquellas que les resultan útiles o que encajan con lo que necesitan en ese momento.
Así, según datos de un estudio de OperaMediaworks, el tiempo que los consumidores destinan a aquellas aplicaciones más populares ha crecido en los últimos tiempos. El tiempo medio de uso de las 100 apps más populares han subido en un 10%, lo que hace que ahora los consumidores dediquen unos 33 minutos de media a esas aplicaciones que encabezan los listados de las más populares.
No es el único dato sobre las pautas de crecimiento. La media de tiempo destinada a cada sesión de uso también ha crecido. Ahora, cada vez que el usuario se conecta a la app en cuestión le dedica 9 minutos (cada vez que lo hace) de media.
Las aplicaciones favoritas de los consumidores, o al menos aquellas a las que prestan más atención y en las que se generan más impresiones, son las de noticias/información, mientras que educación y viajes generan más engagement y juegos son las mejores a la hora de crear conversión.
Esta situación no es paralela, sin embargo, a los datos de gasto. Según el estudio de OperaMediaworks, el 24% del dinero gastado en publicidad dentro de las apps tiene detrás a firmas del sector de la tecnología y de los gadgets, con un interesante pico en el terreno de la comida. El 23% del dinero de estos anuncios viene de firmas de comida rápida o de entrega de comida.
Igualmente, también se puede encontrar un dato estacional. Las cifras (que son del segundo trimestre de 2016) muestran un crecimiento intertrimestral de la inversión de las compañías del sector de los viajes, que doblaron su inversión publicitaria en anuncios en aplicaciones en el segundo trimestre frente al primero. Teniendo en cuenta que era el momento cumbre para comprar las vacaciones de verano, es una cifra bastante lógica.
De los datos se puede establecer una serie de conclusiones y la más interesante de ellas es que no debe darse por perdido el mundo de las apps, sino que, más bien, hay que ajustar muy bien lo que se piensa y lo que se cree sobre ellas.
Los consumidores siguen usando las apps y les dedican cada vez más tiempo, pero no por ello las marcas triunfarán y lograrán entrar en esas dinámicas simplemente creando una aplicación móvil. Las cosas son un poco más complejas. Los consumidores dedican mucho tiempo a las apps, ciertamente, pero lo hacen con aquellas que son las que les interesan.
Las marcas tienen que crear apps útiles y, sobre todo, que puedan funcionar como algo realmente necesario para el consumidor. No vale con crear apps por crear: tienen que ser algo que sirva realmente para algo.
