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Excursiones escolares a las fábricas de las marcas: ¿Actividad educativa o estrategia de marketing?

Algunos expertos ven a las excusiones escolares en fábricas y sedes de empresas únicamente un artefacto de marketing

Por Redacción - 10 Noviembre 2015

Uno de los elementos que todo el mundo recuerda de su infancia - y que suele comparar una vez alcanzada la edad adulta con otros adultos de la misma área "de influencia" buscando similitudes - son las excursiones escolares. En cada lugar, hay una serie de museos que parecen casi obligatorios y por los que pasaron todos los niños de cada generación, pero lo cierto es que los escolares no solo visitan museos, barcos antiguos, granjas escuela, espacios naturales o ruinas romanas, también se encaminan a centros empresariales y fábricas en las que les muestran cómo se hacen las cosas o cómo trabajan en esa fábrica.

No hay más que preguntar al entorno inmediato a qué fábricas o empresas fue de excursión escolar de niño para verlo. Hacer el test deja una amplia lista de lugares, desde la fábrica de pan de molde de la zona a la conservera o la cetárea que en ese momento esté recibiendo escolares pasando por el centro comercial de referencia (hay quien confiesa que fue con el cole a ver las tripas del Alcampo de su zona, pero también hay quien lo hizo con El Corte Inglés, aunque solo recuerde la invitación a chocolate con churros en la cafetería) o por la fábrica de chocolates, que siempre tiene un especial atractivo para los niños. En mi etapa escolar, lo habitual era ir a la fábrica de Panrico y que después la excursión saliese - foto mediante - en el periódico local.

La lista de multinacionales que permiten a los escolarea adentrarse en sus fábricas, reserva previa, es muy amplia. Una rápida búsqueda en Google demuestra que existen ejemplos en prácticamente cualquier rincón y en posiblemente todos los sectores. Se puede ver cómo se fabrican lápices de madera en Faber y Castell, se hacen yogures en las fábricas de Danone o se fabrica cerveza en las de Damm. Todas estas excursiones, como se puede ver en las webs de las compañías respectivas (y sacando de la lista el caso de Faber y Castell) son gratuitas. Las escuelas no tienen que pagar porque sus escolares se adentren en las entrañas de sus fábricas, guía mediante, para descubrir el secreto que se esconde detrás de los productos que consumen cada día.

Pero ¿qué es lo que ganan las marcas con estos viajes escolares? ¿Qué fin tiene permitir que una horda de escolares se adentren por los pasillos de la compañía?

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