Por Redacción - 3 Mayo 2017
Los comentarios se han convertido en una de las armas más importantes en internet para posicionar productos y para hacer que los consumidores confíen en ellos. Los comentarios son muy valorados por los potenciales compradores porque suponen una ventana a lo que otros consumidores han vivido en relación a ese producto: son relatos de experiencias que ayudan a decidirse a la hora de hacer la compra.
Y toda esta popularidad creciente de este tipo de contenidos y todo este creciente interés por ellos ha hecho que los comentarios se conviertan en uno más de los elementos por los que se preocupan cada vez más los marketeros. Las empresas y sus responsables no solo han tenido que aprender que tienen que abrir la puerta a los comentarios y que tienen que dejar que los consumidores se expresen, sino que además - y una vez que han comprendido la elevada importancia de este tipo de contenidos - han empezado a potenciarlos y hasta a forzar la mano cuando no se producen comentarios.
El comentario se ha convertido en un elemento más de la lista por la que se paga, que se trabaja y para la que se busca a quien pueda publicarlos. El comentarista de pago es uno más de esos profesionales que se buscan en las páginas de freelances y en las ofertas laborales que circulan online. Lo son, además, con una importancia creciente en ciertos escenarios, como Amazon, donde los comentarios son cruciales (tanto que la propia empresa ha cambiado sus normas y se ha puesto en pie de guerra contra este tipo de comentarios).
El interés de las compañías por pagar al comentarista puede, en cierto modo, comprenderse. Este tipo de acciones y este tipo de comentarios permiten generar ese ruido que el producto necesita para llegar al consumidor y, dado que se ha contratado ese servicio, se puede controlar qué se dice y cómo se dice. Sin embargo, este tipo de comentarios de pago no son una idea tan buena como parece.
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